La Neurociencia está de moda. Prácticamente no pasa una semana sin que en los medios de comunicación se publique una nueva investigación en la que se aprecian imágenes del cerebro que intentan explicar nuestros comportamientos, sentimientos y, por supuesto, el origen de los trastornos psicológicos; sin embargo, quienes trabajan en este campo son conscientes de que la Neurociencia es mucho más que una moda. Esta ciencia podría convertirse en la próxima revolución científica que cambiará no solo nuestro concepto del “yo” sino también nuestra percepción de la realidad. Y no es para menos puesto que la Neurociencia ya está “invadiendo” otras disciplinas dando lugar a campos de investigación como la Neuroeconomía, la Neuroeducación, el Neuromarketing e incluso la Neuropolítica.

En el campo de la Psicología la Neurociencia ha dado pasos de gigante. No solo nos ha permitido comprender mejor cómo funciona nuestro cerebro cuando nos sometemos a estrés o sufrimos un trastorno obsesivo sino que también nos desvela cómo transcurre el proceso creativo o cómo tomamos decisiones. De hecho, una tendencia muy prometedora que se está desarrollando en el ámbito clínico son las Terapias Neurocientíficas.

Terapias Neurocientíficas: Una revolución en el tratamiento psicológico

Estas terapias surgieron en la década de 1980, de la mano del EMDR, la Desensibilización y Reprocesamiento por Movimientos Oculares. Para aplicar esta técnica se recurre a la estimulación bilateral. A través de los movimientos oculares se logra sincronizar ambos hemisferios, lo cual facilita el procesamiento emocional de las experiencias traumáticas.
Básicamente, con esta técnica se imitan los movimientos oculares rápidos que tienen lugar durante la fase del sueño REM, los cuales nos ayudan a procesar las experiencias vividas a lo largo del día. También se ha descubierto que este tipo de movimientos activa la amígdala, permitiendo un acceso directo al “puesto de mando emocional” de nuestro cerebro. Por supuesto, esta no es la única técnica de las Terapias Neurocientíficas.

En el caso del Brainspotting se trata de acceder a la red neuronal donde se encuentra grabado el suceso doloroso a través de lo que se conoce como “punto cerebral”, que no es más que una posición específica de los ojos. Esta técnica se basa en la idea de que nuestro cuerpo conserva un registro somatosensorial de nuestra historia vital. Sin embargo, el problema es que las experiencias traumáticas no se integran adecuadamente, por lo que se mantienen activas de forma fragmentada causando sufrimiento.

También se utilizan las técnicas de Integración Cerebral, que se basan en la idea de que ambos hemisferios funcionan de manera diferente. Por eso, el objetivo de estas técnicas es potenciar un trabajo conjunto, que no solo nos permita aliviar la carga emocional de los traumas sino también incidir sobre trastornos como las fobias, la ansiedad y la depresión. Además, es una técnica muy útil para desarrollar la creatividad.

Por supuesto, estas terapias ya han sido sometidas a diferentes estudios. Por ejemplo, un experimento llevado a cabo en el Trauma Center de Brookline comparó los efectos del EMDR con los de la fluoxetina y un placebo en personas con estrés postraumático. Después de 8 semanas de tratamiento, la EMDR demostró ser mucho más eficaz y sus resultados se mantenían a lo largo del tiempo. Por otra parte, un metaanálisis publicado recientemente examinó 24 estudios controlados, llegando a la conclusión de que los efectos positivos de la EMDR en los traumas emocionales eran más relevantes que los que producían las terapias clásicas, incluso que el tratamiento cognitivo-conductual centrado en el trauma.